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Snow Crash, Neal Stephenson. El relanzamiento del cyberpunk

Snow Crash, de Neal Stephenson, no puede considerarse como el inicio del género cyberpunk, pero supuso un relanzamiento y un standard de conceptos que fueron luego explotados en literatura, cine e incluso videojuegos.

Vamos pues a reseñar una novela de principios de los 90 y que, vista con la perspectiva actual, podría parecer que incluye todos los tropos habidos y por haber del cyberpunk. Pero estamos ante Snow Crash, la primera que planteó y describió con detalle un universo virtual, el Metaverso, y la creación de avatares para interactuar en este mundo.

SNOW CRASH Y SU MUNDO DISTÓPICO

El mundo que nos propone Stephenson en Snow Crash tiene elementos de los más bizarros. Para comenzar, al menos en los Estados Unidos que nos presenta, el país está disgregado en corporaciones a modo de estados independientes que controlan los escasos recursos. No sólo materiales, también humanos. Si algo deja claro la novela desde el principio, es que la gente es sólo un bien más sin apenas derechos.

Estas corporaciones son básicamente organizaciones mafiosas. El protagonista, de hecho, trabaja como repartidor para Pizzas Cosa Nostra Inc.

La cantidad de empresas con ejércitos propios y todo tipo de armas para dirimir cualquier diferencia entre ellas, es de un macarrismo espectacular

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SNOW CRASH Y LA REALIDAD VIRTUAL

Aquí es donde Stephenson da la campanada al crear el Metaverso, un mundo virtual donde la gente se refugia de su miserable y peligrosa vida, para adoptar una personalidad diferente, bajo el nombre de avatar, e interactuar. Si, estamos hablando del tropo principal de Ready Player One 20 años antes, y las semejanzas con OASIS son evidentes.

Estas personalidades también están cubiertas de un cierto halo de anonimato, pero el concepto de mundo inmenso, escapista y sin reglas, ya estaba en Snow Crash.

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MACARRADAS A TUTIPLEN

Stephenson consigue una novela que junta cosas totalmente dispares y desproporcionadas para llevarlas un escalón por encima del exceso y del molonismo.

En Snow Crash vamos a encontrarnos con animales guardianes que son parte máquina. Persecuciones con vehículos velocísimos conducidos por cyborgs, peleas a espada, jóvenes surfeando por la autopista atados a vehículos, autopistas con kilómetros y kilómetros de anuncios de neón.

Todo esto sin olvidarse de un personaje que circula con una bomba nuclear en el sidecar de su moto.

Los gadgets son para todos los gustos y un auténtico catálogo geek: Interfaces neuronales, monopatines avanzadísimos, armas de proyectiles de tamaño desmesurado y un sistema ridículo de refrigeración …

Todo en Snow Crash es excesivo, y por lo tanto disfrutable.

FRENETISMO Y MÁS FRENETISMO

Snow Crash comienza en todo lo alto y sólo al final, en nos puntos concretos y necesarios, baja el pistón. En sus 400 páginas no hay descanso para el lector tanto en el frenetismo de la acción pura y dura, como en la cantidad de inputs que nos entran página tras página.

Es maravilloso como Stephenson crea ante nuestros ojos un mundo tecnológico, pero con unos problemas reales y crudos.

También el metaverso, la ruta de escape para alejarse de la realidad y vivir una vida soñada.

La descripción de una sociedad distópica, con trazas de dictadura pura y dura, el capitalismo exacerbado, las consecuencias de esta sociedad en forma de pobreza e inmigración.

Esto acarrea un desprecio por la vida propia y ajena, que Stephenson utiliza tanto para denunciarla como para pasarla por el filtro del humor y el exceso.

Podría parecer complicado unir ambas cosas, pero lo logra.

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PROTAGONISTAS

Snow Crash sigue la pista de Hiro Protagonist, un repartidor de pizzas afroasiático que vive en lo que antaño era la zona californiana de Los Angeles y San Diego. Ahora esta vallada y repartida en ciudades-estado empresariales.

Pero Hiro tiene otra personalidad en el Metaverso, y es uno de los mejores hackers de la red y un consumado espadachín con, como no, katanas.

La siguiente protagonista es T.A. una jovencita de 15 años, korreo (sí, con “k”), de otra empresa, que utiliza su monopatín volador y un arpón para engancharse a los veloces coches de la autopista y hacer sus repartos.

En el apartado de los villanos, tenemos a Bob Rife como el clásico magnate de las telecomunicaciones y con un plan maquiavélico entre manos. También vamos a tener a Cuervo, el segundo de Rife. Enorme, peligroso, bastantes escalones por encima de Kingpin, por poner un ejemplo.

Un personaje estupendo es el compañero de piso de Hiro, Vitaly Chernobyl, líder de un grupo musical llamado Vitaly Chernobyl y los Desastres Nucleares.

Correcto, el humor es una parte importantísima de Snow Crash y Stephenson la prodiga con mucho entusiasmo.

Ng es un personaje también muy destacable. El creador de los animales cyborg, es una masa cuasi amorfa llena de cables y conexiones, recluido en una mansión virtual del metaverso.

DESARROLLO DE PERSONAJES

El resto de personajes los encontramos como agentes del FBI fuera de lugar, tío Enzo, el mafioso jefe de Hiro, y un puñado de hackers y personajes menores que hacen avanzar la historia.

Este grupo de personajes muestra las virtudes y algunas carencias de Snow Crash. Por un lado, el personaje de Hiro (chistes aparte con su nombre), no puede ser más cliché, pero me encanta. Hacker habilidoso, espadachín magnífico, y encima con dos katanas … el sueño de cualquiera al crear un personaje virtual.

Con T.A. me viene cierto problema. Me gusta ver a un personaje femenino fuerte en muchos sentidos, pero creo que Stephenson se equivoca al dotarla de una madurez impropia de su edad, así como una hipersexualización y un bagaje de vida pasada, que encaja perfectamente si le asigna un poco más de edad de los 15 años que tiene T.A.

No es una cuestión de escandalizarme y pecar de puritanismo. Puedo llegar a entender que este personaje casa bien con el mundo distópico que ha creado, pero es muy forzado.

Me ha gustado también el personaje de Cuervo y todo su arco para comprender su actitud pasada y presente. Un muy buen personaje que creo que Stephenson no desarrolla en su totalidad. El resto, prácticamente sirven de réplica a Hiro y T.A. Un trasfondo más extenso de algunos de ellos creo que hubiera ido mejor para apartar, de vez en cuando, del foco permanente a la pareja protagonista.

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VIRUS INFORMÁTICO

Una historia cyberpunk no es cyberpunk si no hay un peligroso virus en la red con cierta capacidad de consciencia y que implique hackeos o ataques físicos a través de gadgets conectados.

Y Snow Crash no da todo esto.

Hiro y T.A. tendrán que aliarse para neutralizar un virus, el Snow Crash, que se transmite a través del Metaverso y atacas y destruye el cerebro de las personas conectadas e infectadas. Principalmente, hackers como Hiro, lo que ocasiona que lo tome como algo personal.

 

LA VUELTA DE TUERCA DE STEPHENSON

El leitmotiv de Snow-Crash, la aventura para neutralizar un virus informático asesino no es muy original ahora, y puede que tampoco en 1992 cuando se publicó la novela.

Pero estamos hablando de Neal Stephenson que SIEMPRE va a sacarse una carta poderosa y apabullante de la manga.

Y en este caso, tenemos la sobrada que se pega con la inclusión de la evolución de la civilización sumeria, su mitología y la interpretación de las religiones ¿locura, genialidad? Un poco de todo.

Stephenson es capaz de desarrollar toda esta teoría, apartándola del discurrir de la novela, durante varios capítulos, y dejando al lector totalmente aturdido.

El concepto que Stephenson se plantea para unir algo tan opuesto como una religión antiquísima y virus autoconsciente en una realidad virtual, aunque peregrino a niveles insanos, aporta una lógica final que, por raro que parezca, el tiempo y la sociedad virtual del entretenimiento casi le han dado la razón.

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 NEAL STEPHENSON, UN AUTOR UNICO Y PECULIAR

La producción literaria de Stephenson es increíble. Snow Crash fue su primer éxito a principios de los 90, pero le han seguido obras como la magnífica, La Era del Diamante donde tiene un gran peso la nanotecnología, o la enorme, en tamaño y complejidad, que es Criptonomicrón sobre ordenadores y criptografía centrada, en parte, en la SGM. Dentro de este grupo de novelas con carácter tecnológico, también destacaría README. Una joya con desarrolladores de un juego virtual, que son acosados por cibercriminales y terroristas.

Tangencialmente, pero más cercana a la ficción especulativa, tenemos otra gran obra como es Anatema, centrada en un planeta similar a la Tierra con una sociedad monástica que avanza tecnológicamente.

CRÍTICA FINAL

Snow Crash es una muy buena novela que no envejecido lo más mínimo en estos 30 años. De hecho, su lectura ahora está repleta de conceptos que hoy damos por sentados y normalizados, pero que en los 90 eran meras especulaciones.

Leí por primera vez Snow Crash a principios de los 2000, y la releí en plena pandemia.

Me reafirmo en que no ha perdido un ápice de frescura en este sentido.

Acción, persecuciones, descripción de un deprimente, a la vez que bizarro mundo real, y un inabarcable mundo virtual. Personajes y situaciones excesivas, pero siempre rodeadas de un humor negro y macarra. Todo esto nos encontramos en Snow Crash, junto al toque personal de Stephenson, con cierto tufillo egocéntrico de sobre-explicar hasta la saciedad la teoría o concepto que presenta, apoyada con una cantidad apabullante de documentación.

Para cualquiera que conozca la obra de Stephenson, sabe que este último punto va a aparecer sí o sí. Para el que se adentra en obra por vez primera, valor y ánimo para superar ese escollo pero al final vale la pena para disfrutar de una novela que se adelantó a su época en muchos conceptos.

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