La Chica Mecánica. Consecuencias del cambio climático
La Chica Mecánica puede llevar a engaño con el título. Sí, cuenta la historia de una androide, pero el núcleo es la crónica de la destrucción del último rincón del planeta con una rica y envidiada biodiversidad.
La novela de Paolo Bacigalupi ya tiene unos años, concretamente es de 2011, y cosechó en su día todos los premios existentes del ramo: Hugo, Nébula, Locus y John W, Campbell, entre otros. Pero su trama y su mensaje son perfectamente válidos, actuales, y por desgracia, bastante plausibles.
SINOPSIS
En el siglo XXII se ha agotado el petróleo y el carbón como fuentes energéticas, el tan temido cambio climático también ha tenido lugar, y las zonas costeras más prósperas del planeta se encuentran bajo el agua. Sin embargo, la ingeniería genética está en auge para proveer a la hambrienta población de alimentos. El problema es que las corporaciones han experimentado de manera salvaje, destruyendo las reservas biológicas de países enteros y creando plagas que se regeneran y acaban con todo tipo de cultivos.
En este panorama apocalíptico, sólo Tailandia sobrevive como el último reducto que preservó las semillas de su vida vegetal y que impide cualquier acceso extranjero a su preciado tesoro, aparte, un inmenso sistema de diques mantiene a raya la subida del mar, manteniendo a salvo su capital.
En esta situación, Bangkok es un nido de agentes de megacorporaciones de biotecnología tratando de lograr por cualquier medio, el acceso a las preciadas semillas.
Uno de ellos es Anderson Lake, que desde la falsa fachada de una empresa dedicada a la producción de almacenamiento de energía, en realidad se dedica a medrar entre los mercados y altas esferas para, mediante corrupción e incluso sedición para provocar golpes de estado, acceder a la reserva biológica del país y ponerla al servicio de AgriGen, la insaciable megacorporación que le tiene contratado.
En este “tour de force” para lograr su ilícito objetivo, conocerá a Emiko, una androide de protocolo que, fue creada como traductora de un ejecutivo japonés pero que, abandonada en la capital, es forzada a convertirse en esclava sexual de un sórdido burdel donde Anderson la localiza.
Por otro lado asistiremos al relato de la cruenta historia de Hock Seng, un chino-malayo a cargo de la empresa tapadera de Anderson Lake, cuya vida de sufrimiento familiar desde el exilio forzado por el integrismo religioso hasta llegar a una posición social baja que no se corresponde con su anterior status, hace que tenga una animadversión especial contra Anderson y los tailandeses que lo miran por encima del hombro.
Finalmente, nos vamos a encontrar con dos tailandeses que, a su manera, tratarán de evitar que los extranjeros destruyan el preciado tesoro nacional en que se ha convertido el depósito de semillas de Tailandia. Se encuentran en puestos altos de la administración y en una especie de grupo patriótico, los camisas blancas, que no duda en emplear la violencia para defender su patria.
A la larga, el leitmotiv de La Chica Mecánica tiene su razón de ser y Emiko se encarga de desencadenar los acontecimientos que llevarán a un final trágico a varios de los personajes y, por que no decirlo, a un futuro más oscuro si cabe.
PERSONAJES
Empecemos por Anderson Lake, un personaje que no despierta ninguna simpatía por múltiples razones: el doble juego que lleva tratando de esquilmar sin ningún tipo de remordimiento las reservas biológicas de un paraíso, su currículo previo (se nos dice que por dejadez arrasó con un país, Finlandia), y, sobre todo, por lo poco empático que es con los trabajadores de su empresa tapadera, menospreciando sus necesidades y convirtiéndose en un negrero.
Sin embargo, cuando conoce a Emiko, todo cambia, es capaz de sentir afinidad, rozando el amor, y lo curioso es que ocurre con un personaje sintético, en las antípodas de la humanidad.
Paradigmático que en una novela, el personaje principal nos cree rechazo prácticamente desde el primer diálogo. Punto a favor del autor.
El siguiente personaje en importancia, para mí, es Hock Seng, por encima de Emiko. Me explico: Nos encontramos con una persona que ha sufrido lo indecible. Un empresario chino que vivía prósperamente en Malasia con su familia hasta que el fanatismo religioso se llevó por delante y de manera cruel, su vida y sus seres queridos, teniendo que exiliarse a Tailandia como un “tarjeta amarilla”, poco menos que un paria pero que gracias a sus conocimientos como empresario, ha sido capaz de ser imprescindible a una rata como Anderson, al que esquilma falsificando las cuentas.
Desprecia totalmente a Anderson y su prepotencia occidental y también a los tailandeses que le consideran a él mismo como lo más bajo, de este modo vemos este juego de odios desde un perspectiva nueva y diferente.
A mi modo de ver, es el mejor personaje del libro, tiene claro lo que tiene que hacer, la vida le ha enseñado a desconfiar de todo el mundo y a que debe labrarse su provenir por si mismo sin esperar nada de los demás. A la larga, es imposible no empatizar con el personaje y comprender el drama que arrastra y el más que comprensible resentimiento que tiene.
Emiko, la chica mecánica que da nombre a la novela, es un personaje que va entrando con cuentagotas al principio de la novela pero que va cobrando protagonismo según avanza la historia. Lo bueno de la novela y de la historia con este tipo de personajes, es que el lector no puede desvincular el origen sintético de Emiko, implícitamente le otorgamos una humanidad, con lo cual las vejaciones y abusos que sufre, las aplicamos a un personaje humano y empatizamos totalmente con el personaje cuya directiva de obediencia ciega a las depravaciones que le ordenan sus clientes, hacen más desgraciado si cabe al personaje.
Cuando se rebela contra el abuso continuado, cuando mata por defenderse, gracias a su cuerpo físicamente mejorado, es cuando adquiere consciencia de lo que ha sufrido y todo se precipita.
Finalmente incluiríamos a Jaidee y Kanya, tailandeses, fanáticos patrióticas que no dudan en emplear cualquier medio para cumplir su objetivo: preservar el país como es , a salvo de cualquier interferencia extranjera. Para ello, junto a su cargo administrativo, están encuadrados en los llamados Camisas Blancas, una suerte de ejército popular capaz de emplear métodos nada ortodoxos para cumplir sus objetivos.
En el caso de Jaidee, podemos despreciarlo al principio por la violencia demostrada, pero también vemos un poso de seguridad y creencia en lo que está haciendo, y por desgracia, el tiempo le da la razón. Un personaje cuya “lealtad” por parte del lector va oscilando a lo largo de la novela. Tal vez, después de Hock Seng, el personaje mejor tratado en la novela. Su forma de actuar, incluso cuando se ve presionado, es digna de elogio, su peso en la historia es importantísima por todo lo que acarrea en la parte final de la novela.
Kanya, sin embargo, se nos presenta como un personaje ambivalente, por un lado asistimos a un culto de admiración por Jaidee, pero por otro lado, es la persona que lo traiciona, y que asume el liderazgo de los camisas blancas teniendo un pensamiento completamente opuesto a sus ideales. Reputo, es un personaje ambivalente, pero ¿es incomprensible?, no ninguna manera, es entendible esta dicotomía de difícil encaje.
CRITICA
Vamos por partes, La Chica Mecánica es una novela que plantea un futuro más que plausible, con la ausencia de combustibles fósiles, el tan temido cambio climático y el auge de la ingeniería genética para proveer de alimentos a la población. Cuando este último punto se realiza sin ningún control y con el único objetivo de lucrarse, el paso lógico son las pandemias y virus que arrasan con la vida vegetal y animal. En este aspecto la novela se centra en unos puntos bastante familiares, por desgracia.
El tema de los personajes, no sé si ponerlo en el debe del autor, podría parecer que los personajes principales son Anderson Lake y Emiko, pero tras la lectura, para mí queda claro que los pilares son Hock Seng y Jaidee, sus historias y motivaciones son las que rigen la historia. Se nos da más información de estos personajes secundarios que de los principales, siendo más fácil empatizar con ellos. Llevando el tema al extremo, puedo que excepto un punto forzado para Emiko, la presencia de los presuntos actores principales sería del todo superflua.
La recreación de una Bangkok, con la mayoría de habitantes viviendo pobremente pero con un orgullo nacional enorme para con su realeza reinante y sabiéndose poco menos que el último paraíso de la humanidad, está bastante bien conseguida. La falta de combustibles fósiles ha hecho que el trabajo mecánico sea generado por megadontes, elefantes modificados genéticamente para ser más grandes y fuertes y ser utilizados, entre otras tareas, para el mantenimiento de los diques que protegen a la capital.
EPÍLOGO
Para mi gusto, una novela agradable de leer. Tiene un punto de arranque más que interesante, aunque el tratamiento de los personajes parece un pelín errático. La plausibilidad de la idea es, quizás, el mejor argumento para su lectura, el ver el ansia depredadora de las megacoporaciones de biotecnología, después de haberse dado de bruces con fracasos sonados que han puesto en peligro la humanidad, la lucha de los tailandeses por defender su legado, hace que, incluso ahora, nos planteemos el futuro con no pocos expectativas negativas.
En definitiva, una lectura aconsejable con una premisa medio “falsa” pero que solventa con mucha eficacia.