The Private Eye, Brian K. Vaughan y Marcos Martín
The Private Eye, de Brian K. Vaughan y Marcos Martín, muestra una distopía bastante plausible dentro de una historia de cine negro. Su distribución, primero en formato digital y más tarde en edición física, nos permite disfrutar de una historia cerrada, sin excesivas complicaciones y con un subtexto muy reflexivo.
THE PRIVATE EYE, GENESIS
El proyecto de The Private Eye surge en 2013 cuan Vaughan y Martín deciden publicar un cómic en línea. Los lectores descargaban el capítulo (finalmente fueron 10 capítulos), y pagaban lo que quisieran por la descarga. Todo esto se hacía a través de la plataforma Panel Syndicate fundada por ambos y libre de DRM.
Así, las ganancias revertían íntegramente en los autores, los cuales declararon que sacaban menos beneficio si hubiera sido un encargo de Image pero más que trabajando para las major DC y Marvel … así está el mundo comiquero, aunque peor ha estado, la verdad.
PUNTO DE PARTIDA
The Private Eye parte de una premisa que puede ser de una plausibilidad que asusta: Nos sitúa a finales del siglo XXI, la sociedad sufrió un colapso a raíz de una caída de “La Nube”, un trasunto de Internet, y que provocó que los datos, historiales de búsqueda y archivos personales, fueran accesibles a todo el mundo. Este evento, denominado “La Inundación”, provocó la caída de gobiernos, ruinas personales y un cambio de paradigma en la sociedad. Ahora, con internet desaparecida, el anonimato se consigue portando máscaras que ocultan el rostro (los denominados Ónimos), la policía ha desaparecido y su lugar lo ocupan los periodistas ¿? Encargados de velar por la intimidad que queda a los ciudadanos.
En la acera contraria están los Investigadores privados, llamados paparazzi y con status ilegal, que, como un detective de toda la vida, se encarga de buscar entre los restos de la información confidencial demandada por sus clientes.
COMIENZA LA HISTORIA
Es precisamente uno de estos investigadores, trabajando bajo el seudónimo de Patrick Immelmann, recibe un curioso encargo por parte de una clienta: Debe investigar su propio pasado y descubrir si existe algo perjudicial para ella.
Su posterior y misterioso asesinato, provoca una alianza con la hermana de la fallecida para esclarecer el crimen y lo que se oculta detrás.
COMIC NOIR O CIFI?
El núcleo de la historia encaja perfectamente con cualquier clásico del género negro escrito por Dashiell Hammett o Raymond Chandler. El detective con un pie en la ilegalidad, la mujer fatal que acude como cliente, el crimen que inculpa al detective, las pistas que enredan la madeja hasta alturas insospechadas … Si a esta historia la dotamos de un trasfondo futurista con elementos tecnológicos, podemos ver una cercanía a propuestas como Blade Runner, por ejemplo.
UNA CURIOSA VISIÓN DESDE EL OTRO LADO
Vaughan y Martín proponen con The Private Eye un curioso experimento: Ver la situación desde la otra parte del espejo, esto es, vemos una sociedad donde el anonimato está consentido, donde nadie pueda descubrir secretos de nadie, y se llega a un momento que, frente a esta sociedad cerrada y temerosa, se ofrece la propuesta contraria: la libertad de acceder a cualquier contenido, que todo el mundo pueda expresarse libremente. Este ejercicio cambia la visión de esa sociedad celosa de su intimidad ante una apertura de sus secretos.
En el caso contrario tenemos nuestra sociedad actual y la retratada con anterioridad a la “Inundación”, una sociedad a la que no le importa compartir cualquier vivencia o fotografía que deja totalmente en el aire su intimidad ¿Valoramos tanto nuestra intimidad que no veríamos mal un colapso de Internet o sería todo lo contrario? ¿Sacrificaríamos nuestra intimidad por seguir haciendo partícipes a los demás de nuestras vivencias?
PERSONAJES Y GUIÑOS
Patrick, o P.I. el personaje principal tiene varias referencias y guiños. Por un lado, su apellido, Immelmann, como una conocida acrobacia aérea, para evocar las continuas y frenéticas persecuciones que sufre durante la historia. También sus iniciales, P.I. vindican el cargo de detective privado tan icónico dentro del género negro.
Otro personaje principal es el de Ravenna, hermana de la fallecida y que muestra un fuerte y resolutivo carácter.
También Melane, la menor que trabaja como chofer de P.I. y que sólo espera alcanzar la mayoría de edad y que se le permita llevar una máscara para ocultar sus facciones. Sus alegatos en la parte final de la historia sobre la intimidad y el recelo de la gente son de las mejores líneas en The Private Eye.
Pero si alguien destaca es el abuelo de P.I. Estamos hablando de alguien contemporáneo a nosotros. Alguien habituado a usar un teléfono móvil, a conectarse a Internet para bucear o jugar online. Alguien que, aunque hayan pasado años, recuerda cómo funciona Facebook, sabe lo que es un reproductor ZUNE o tiene aún cargadores para todos estos productos.
Buenísima también la referencia a que esta “locura” por los viejos tiempos viene derivada de la cantidad de pastillas que le dieron sus padres para combatir la hiperactividad o cualquier mal que se puede aplicar a un adolescente en la actualidad.
Algunos de los guiños son geniales: La frase icónica de McCoy a Kirk en Star Trek, un hospital llamado Schwarzenegger, referencias al mandato presidencial de Trump Jr. (recordemos que se escribió en 2013), o ver en el cementerio de Los Ángeles, la lápida de Madonna con la fecha de su muerte.
GUIÓN
Brian K. Vaughan pasa por ser uno de los más reconocidos guionistas actuales en el mundo del cómic. Sus magníficos trabajos, fuera del mundo superheroico, como Paper Girls o el bombazo que significa Saga, aún no concluida, nos presentan a un autor con grandes ideas y que, en este trabajo más contenido, y cerrado, deja atrás su habitual estilo de ir creando tramas y subtramas sobre la marcha y con cierta complejidad.
Que el núcleo de esta historia sea claramente noir y retrate una sociedad futurista y distópica con elementos reconocibles para el lector, es toda una genialidad. El ritmo no decae en ningún momento y fluye con la dosis justa de descubrimientos, momentos de humor y diálogos con mucha carga crítica.
DIBUJO Y ENTINTADO
La genialidad de la historia bebe, no sólo del guion, si no de la puesta en escena de los lápices de un genial Marcos Martín. El derroche de imaginación para reflejar todo el tema de vestuario, máscaras es grandioso y su trabajo sería perfectamente aplicable a películas de gran presupuesto en esta línea como la citada Blade Runner, El 5º elemento o Valerian.
Las escenas de acción también están muy conseguidas con unos ángulos de cámara que aportan un gran dinamismo. La habilidad de contar una situación en muchas de las viñetas sin diálogo y que el lector sea capaz de seguir el hilo, demuestran la maestría del dibujante.
Sus personajes son altos y estilizados, los fondos de la ciudad de Los Angeles, huyen de rascacielos inmensos y se centran un una urbe no muy diferente de la actual. También la inclusión de coches aéreos con estética de los años 30 nos lleva a esa época del cine negro y sirve como homenaje también para el dibujo del genial Daniel Torres y su Roco Vargas.
El entintado por parte de Muntsa Vicente, ayuda a redondear una obra imprescindible. El juego de colores fuertes, el añadido de colores pastel y el contraste de todos ellos, crea viñetas realmente impactantes.
EDICIÓN FÍSICA
L a edición impresa de The Private Eye por parte de la editorial Gigamesh es de una calidad única. Estamos hablando de un tomo de algo más de 300 páginas y que añade una serie de extras como bocetos de personajes y vestimentas y varios correos electrónicos entre Brian y Marcos sobre bocetos enviados y la pelea para conseguir un dominio de internet que fuera del agrado de ambos.
Si le tengo que poner un pero, es el formato apaisado con que se presenta. Un libro de esta cantidad de páginas tiene un peso y un manejo algo dificultoso, pero podemos vivir con ello.
CRÍTICA FINAL
The Private Eye es un comic muy recomendable por muchas razones: una historia contenida y autoconclusiva, una ambientación noir y futurista, como Blade Runner pero con un toque más colorido, un planteamiento distópico pero que a la vez nos hace reflexionar, si esa sociedad sin acceso a la tecnología de la información es mejor o peor que la actual, y sobre todo contarnos una historia con ecos de otras obras pero con la suficiente ligereza para hacernos pasar un rato agradable en su lectura y haciéndonos reflexionar sólo lo justo, sin grandes presiones