Nivel 13, realidades virtuales y thriller noir
Hay películas que tienen la mala fortuna de estrenarse en un momento inoportuno y Nivel 13 es una de ellas. Su estreno, apenas unos meses después de un blockbuster como Matrix con ciertos elementos comunes, le aseguró un papel muy secundario o caer casi en el olvido.
Nivel 13 tampoco es que aspirara a ser un producto rompedor. Es una película con un argumento correcto con toques tecnológicos, realidades alternativas y estética de cine negro. El problema es la cercanía con Matrix y los detalles que señalaban una copia de la primera, aunque estas críticas me parecen excesivas. En este aspecto, la veo con más similitudes a la magnífica y tristemente olvidada Dark City con su aspecto noir y oscuro.
Cada una de las dos películas sabía perfectamente en que liga jugaba y el espectador también sabía o debería saber que le va a ofrecer cada una de ellas.
SINOPSIS
Una empresa informática desarrolla un software capaz de crear una realidad virtual donde los personajes pueden desarrollar conciencia propia o alojar la conciencia de personas de la realidad conectados al software.
De este modo, el fundador de la empresa, Hannon Fuller ha desarrollado una doble vida en una recreación de los años 30 donde disfruta de una vida de millonario asistiendo a sórdidos clubs. Su asesinato tras descubrir algo raro en la recreación hace que su socio, Douglas Hall sea el principal sospechoso, comenzando una serie de viajes entre ambas realidades, tratando de localizar al asesino y lo que descubrió Fuller. Que Douglas haya sufrido cierto borrado de memoria contribuye a tejer una serie de relaciones entre personajes que nunca se sabe si son de fiar.
Veremos la entrada de bellas femme fatale, y todos los ingredientes del cine negro más puro en una trama de investigación por parte de Hall para demostrar su inocencia mientras es acosado por el detective del caso.
En paralelo, la simulación ha demostrado alcanzar un nivel superior al imaginado por sus creadores, y algún que otro personaje de la recreación es capaz de tener conciencia propia, descubrir la realidad donde vive y rebelarse ante ello.
NIVEL 13 Y SU AMBIENTACIÓN NOIR
Nivel 13 bebe, y mucho del mejor cine negro. Las ambientación en los años 30 con oscuros club de jazz, humo, mujeres misteriosas y algún barman que es capaz de preparar un coctel y suministrar cualquier servicio o información simplemente dejando un billete en la barra, son detalles, que no por vistos cientos de veces, pierden su vigor dentro de una historia diferente pero que sabe coger estos clichés.
NIVEL 13 Y LA PREGUNTA SOBRE ¿QUÉ ES LA REALIDAD?
Este punto es el que Nivel 13 puede asemejar a Matrix. Los personajes que viajan entre realidades son conscientes de ese cambio de paradigma, pero algunos personajes “virtuales”, por así decirlo, adquieren conciencia y descubren que viven en una simulación. Esto implica sorpresa, pánico, difícil aceptación. El impulso final de rebelarse ante los creadores de este mundo es lo que le da ese plus a la historia.
VIAJES ENTRE REALIDADES
Los continuos viajes entre las dos realidades permiten diseccionar los personajes o roles diferentes que existen en cada una de ellas. El desarrollo de la personalidad de un personaje en estas dos épocas diferentes, permite al espectador ver su evolución y como aplica los conocimientos adquiridos para avanzar en la investigación de los asesinatos.
De esta forma, todos los personajes reales tienen su alter ego en la simulación, y el juego entre ellos es otro de los grandes aciertos.
PERSONAJES E INTERPRETACIONES
En general los actores en Nivel 13 cumplen el papel. Tal vez Craig Bierko como Douglas Hall es el más anodino, siendo el personaje principal, y Armin Mueller-Stahl como Hannon Fuller, es más conocido por entonces del elenco tiene un papel corto y podo desarrollado.
Los actores que más destacan es un soberbio Vincent D’Onofrio como el barman de la simulación e informático de la realidad y una espectacular y bellísima Gretchen Mol como la mujer que esconde muchas respuestas y que tiene un papel fundamental en la historia.
CRÍTICA
Nivel 13 es una película para disfrutar de una trama sin excesivas pretensiones y que sabe cuales son sus límites. En ese aspecto es muy disfrutable al no tratar de engañar al espectador con una historia grandilocuente.
la reflexión que surge de Nivel 13, es la misma que en Matrix y en Dark City. Esto es, ¿Qué certeza hay de que nuestra realidad sea correcta y no una simulación? ¿Nos encontramos en un bucle encerrado en un cúpula y alguien mueve los hilos por encima?
Su trama tiene más de cine negro que ciencia ficción, pero, aunque algunos puntos estaban en Matrix, Nivel 13 consigue construir una historia original. En cuanto a sus semejanzas y diferencias, Nivel 13 no utiliza las alusiones filosóficas o religiosas del blockbuster y, evidentemente no es una película de acción, siendo más un thriller.
Los cambios de “avatar”, por así decirlo de los personajes en las diferentes realidades están bastantes bien marcados, adquiriendo una personalidad propia en todos ellos.
Una película, en definitiva, correcta, y que, a pesar de utilizar el tema de realidades virtuales, explica los puntos con claridad, y no deja cabos sueltos a la interpretación de los espectadores.
El giro final de la película, aún siendo un poco predecible, la verdad es que aporta un punto muy bueno a la trama.
En su contra puede estar, precisamente, esa sobreexplicación que implica que la trama se desvele de manera excesivamente súbita y temprana, dejando poco espacio para el descubrimiento de algunos puntos de unión.