CINE

Snowpiercer, distopía postapocalíptica y denuncia social

Próxima a estrenarse de versión en serie de Snowpiercer, bueno es darle un vistazo a la película sobre la que (se supone), se va a basar.
Snowpiercer es una película que, realmente me impactó cuando la vi. No había visionado ningún trailer y sólo con el poster podías hacerte una idea de lo que ibas a ver: una historia postapocalíptica, mundo devastado, tren, lugar cerrado, lo que no puedes estar preparado es para la magnífica vuelta de tuerca que le da Bong Joon-ho. Cierto es que, si has visto la magnífica The Host del mismo director, puedes suponer los derroteros que puede tomar esta historia en su manos y con más presupuesto, pero francamente, aún con eso, me sorprendió gratamente.

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SINOPSIS

La historia arranca 17 años después de un cataclismo provocado por el hombre, con el fin de acabar con el calentamiento global, se opta por una solución que consigue el efecto contrario, provocando una glaciación que ha acabado con la vida en el planeta, excepto los habitantes de un tren inmenso que, gracias a una revolucionaria fuerza motriz, se dedica a viajar alrededor del mundo sin paradas.
Una especie de video introductorio nos cuenta la historia previa de manera somera para meternos en contexto y comentando que el tren y su trazado es el sueño de un visionario, así como la subida al tren de los últimos y desesperados supervivientes.
Con el transcurso del los años, los supervivientes de más baja condición viven hacinados en el último vagón pasando frio, hambre y todo tipo de penalidades, asistiendo a la desesperanza de los más viejos y pensando que no existe futuro para ellos. La clase dirigente en el tren, porque, lógicamente para que hayan marginados que viven mal debe haber opresores que vivan bien, los considera poco menos que animales y sólo se preocupa de ellos para hacerles realizar taras peligrosas de mantenimiento o llevarse niños cada cierto tiempo por una extraña razón.
Lógicamente, este injusticia social provoca y ha provocado en el pasado rebeliones que han sido atajadas de manera brutal. (Impactante el castigo que se inflige a un condenado, obligándole a sacar el brazo al exterior durante unos segundos).

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Pero la enésima rebelión puede dar esperanzas de triunfar, y así un grupo de desesperados asalta y consigue llegar al siguiente vagón, descubriendo de que manera se produce la comida (por decir algo), con que los alimentan. A partir de ahí, la historia es una huida hacia adelante, una aventura tratando de avanzar vagón a vagón hasta la cabecera, buscando a un ingeniero que tienen encerrado y cuya hija les ayuda a los rebeldes. Por el camino, se enfrentarán a las fuerzas de seguridad en una de las mejores secuencias, una lucha descarnada, sin cuartel, utilizando cualquier tipo de armas que encuentran.
Cada conquista de un vagón y su acceso al siguiente les muestra a los rebeldes la vida que se les niega, cultivos hidropónicos con frutas que muchos de ellos ni recuerdan haberlas comido de niños, escuelas (alucinante y rompedora la escena por lo que significa de elemento fuera de lugar), e incluso vagón discotequero donde gente vive una vida de lujos y desmesura esquilmando los recurso del tren mientras los miserables del último vagón malviven con menos de las sobras.
La ayuda del ingeniero rescatado les permitirá abrir las últimas puertas y llegar a la cabecera del tren para conocer una verdad que no podían imaginar al comenzar la rebelión.

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APARTADO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Snowpiercer está repleta de actores de gran nivel, como un inmenso John Hurt como anciano cabecilla de los rebeldes, o Tilda Swinton, como la repelente representante de la oligarquía al mando y su alegoría del zapato y del sombrero para dejar claro quien está arriba y quien abajo, sin olvidar a Ed Harris en un pequeño papel en el último tramo del film o a Song Kang-ho, actor fetiche del director y que aporta un toque maquiavélico y de suficiencia al grupo de rebeldes.
Pero si hay que destacar a alguien, ese es sin lugar a duda, Chris Evans como jefe de los rebeldes. No sólo por su gran papel con monólogo espectacular, si no por lo que representa en un actor, embarcado por aquel entonces en todo en el blockbuster del universo Marvel, y que realiza una película difícil, con un papel muy diferente y podría suponer un riesgo y un reto a la vez.

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Todos los personajes en Snowpiercer nos muestran los matices que representan cada uno de ellos de manera brutal, la soberbia de los que detentan el poder, la desesperación de los rebeldes y cómo van asimilando el papel que han tenido esos años en la cola del tren y lo que les ha sido vedado.
El guion del propio Joon-ho y Kelly Masterson es genial. Partiendo de un poco conocido comic francés de los años 80 llamado Transglacial, el director coreano, es capaz de imprimirle su sello, utilizando recursos muy del cine asiático y que nos sorprenden en el mundo occidental por no haberlos visto antes, pero sobre todo por su atrevimiento.
Las escenas de lucha sin ningún tipo de piedad y con rituales previos, lo descarnado del sufrimiento de los marginados con anécdotas y visiones muy impactantes, crean una desazón en el espectador, que lejos de crear rechazo, ocasiona que entremos con más fuerza si cabe en la historia.
Sin obviar la escena de cuando se detiene la lucha porque el tren pasa por un hito en concreto de su camino y es motivo de celebración común
La fotografía es otro de los grandes puntales de Snowpiercer. Todos los ambientes cerrados de los vagones finales, sin apenas luz, que se van aclarando y haciendo más brillantes con el paso de los vagones, insertando escenas del exterior con ciudades derruidas y un paisaje blanco por la nieve. Ese constante cambio de luminosidad supone chasquidos que nos desconectan y conectan de la película, manteniendo la tensión constantemente.

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MENSAJE

La carga social de Snowpiercer es evidente y es, por supuesto, el motor con que discurre la película. El tren escenifica en un entorno más reducido, las diferencias sociales presentes, pero más acentuadas ya que es un recinto más cerrado, opresivo y con unos recursos más limitados. Vemos los dos polos del problema, por un lado, la vida desgarradora de los desposeídos, y por otro el derroche y la extravagancia de los que ocupan el vértice superior de la pirámide social.
Aún con el ambiente dramático y sombrío de la película, hay lugar para la comedia, pero con pinceladas de humor negro al mostrar ridículas y extravagantes situaciones a ojos de los explotados que acaban siendo también las nuestras, incluso cuando aparece un atisbo de esperanza para la Humanidad.

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EPÍLOGO

Snowpiercer es una película muy recomendable, dura e incómoda a veces y que nos obliga a reflexionar, pero, hábilmente consigue no circunscribirse a un drama social, las escenas de lucha, los cambios de ritmo y ambiente van tejiendo una gran historia que, por poner un pero, falla un poco al final.
Un ejercicio visual llevado a cabo por Joon-ho y que permanece durante horas e incluso días en nuestro cerebro tratando de digerir lo que hemos visto. Podría criticarse la excesiva violencia, el no dejarse nada en el tintero a la hora de mostrar el sufrimiento de los más desfavorecidos, pero al mando hay un director coreano que aplica una concepción narrativa totalmente diferente al mundo occidental y esa es su impronta.
Viendo Snowpiercer con perspectiva, surge una pregunta ¿Sería capaz de Humanidad de, en esa situación, crear una sociedad igualitaria? ¿Es utópico pensar que antepondríamos el bien común, aunque supusiera un cierto sacrificio, a que los recursos se repartirían de manera desproporcionada alcanzando la injusticia extrema?

Un comentario en «Snowpiercer, distopía postapocalíptica y denuncia social»

  • Tristemente creo que donde quiera que el ser humano cree una nueva sociedad habrá desigualdad, quizás no al principio pero al final la habrá

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