Mad Max, Fury Road. Brillante actualización de un mito
“Me llamo Max y mi mundo es polvo y sangre”, con esta sentencia, un paisaje desértico dominado por el Interceptor V8 y Max vuelto de espalda, arranca la continuación de una trilogía mítica de los años 80. Una revisión actualizada a los tiempos del mito del héroe enfrentado a todos en un mundo post-apocalíptico dominado por la locura y la violencia.
SINOPSIS
La visión que nos muestra Miller en esta 4ª entrega es un mundo dominado por varias facciones con acceso a un único recurso, por lo que no dejan de ser dependientes unas de otras.
En el caso de los captores de Max, su recurso es el agua, un bien que adquiere de un acuífero subterráneo y que permite tener una agricultura de subsistencia.
A los pies de la montaña que sirve de refugio, se encuentran los desposeídos que tienen que conformarse con los escasos segundos que el líder tiene a bien concederles al abrir las compuertas y soltar una catarata de agua y que provoca las lógicas peleas.
Como fieles perros guardianes dispone de un ejército de jóvenes cortados por el mismo patrón y fanáticos del líder, Inmortan Joe, los cuales no dudan en sacrificarse y realizar tareas suicidas que puedan agradarle y concederle un placentero paso al Valhalla.
Toda la parafernalia de vehículos, con los volantes puestos en un altar a modo de griales de los que deben servirse para realizar las tareas encomendadas, o el rito de rociarse con ¿pintura plateada? Y que sus “hermanos” puedan “ser testigos”, en sus propias palabras, nos muestran un grupo con todas las características de una secta fanática.
La gran obsesión del líder es engendrar hijos sanos, teniendo en cuenta las malformaciones que poseen la inmensa mayoría, probablemente debidas a la radiación de las guerras nucleares indicadas en las películas previas.
Para ello tiene un harén exclusivo de mujeres jóvenes y sanas que tiene bajo custodia en una cámara accesible mediante una puerta blindada de banco … detallazo, y además dispone de varias matronas dedicadas a generar leche con que amamantar a sus futuros bebes.
En el momento de la captura de Max, Inmortan Joe va a mandar a Furiosa, su mejor conductora (llamadas Imperator), con una escolta hasta la Ciudad de la Gasolina para proveerse de combustible.
COMIENZA LA ACCIÓN
Lo que desconoce es que Furiosa ha liberado a las jóvenes del harén y las lleva escondidas en el camión. Al detectar el cambio de rumbo, el líder, sospecha la jugada y comprueba la traición de Furiosa, por lo que toma el mando de la persecución del camión, pidiendo ayuda a los jefes de las otras facciones: La Fábrica de Balas y la Ciudad de la Gasolina. Estos líderes no pueden consentir ninguna traición o movimiento que menoscabe su liderazgo.
Max ha permanecido atado a Nux, uno de los siervos dándole su sangre para que se recupere. Ante la voz de alarma, Nux coge su volante y a Max, al que denomina bolsa de sangre”, y se une a la persecución.
Tras varios envites, perseguidos y perseguidores se enfrentan a una colosal tormenta de arena con aparato eléctrico que hace que Furiosa pueda ocultarse y despistar al resto de vehículos, incluyendo en el que viaja Max que, finalmente sufre un accidente y consigue liberarse.
Tras su fallido robo del camión y posterior pelea con Furiosa, Max toma el control de la situación continuando la huida con todo el grupo, perseguidos por Inmortan Joe y con Nux como polizonte para congraciarse con su líder y frustrar la fuga.
Furiosa ha pactado con otra facción menor que domina la entrada a un cañón, la entrega de un depósito de combustible a cambio de bloquear la entrada al cañón después de pasar ella. La cercanía de los perseguidores hace que esta facción piense en una traición y atacan también a Furiosa. Finalmente vuelan el cañón bloqueando la entrada dejando a los perseguidores tras una montaña de piedra.
Inmortan Joe puede pasar para seguir al camión dejando al resto limpiando el paso. El sacrificio de una de las muchachas consigue aligerar la presión de la caza. Finalmente llegan a las inmediaciones del hogar de Furiosa cuando era niña, allí encuentra a un grupo de mujeres que le informan sobre la desaparición del hogar como ella conocía, convertido en un páramo pantanoso envenenado por la radiación y por el que ya han pasado por la noche.
Ante la tesitura de cruzar un desierto enorme y desconocido, toman la decisión de volver atrás, a la ciudad y el único lugar con agua y terminar de una vez con la amenaza de Inmortan Joe.
GUIÑOS CARGADOS DE NOSTALGIA
La película este trufada de guiños a las anteriores películas, comenzando por la presencia del coche, un Interceptor V8 (en realidad un Ford Falcon XB GT que sólo se vendió en Australia y del que se fabricaron apenas 1000 unidades), el cual acabó destrozado en Mad Max 2, pero que aquí reaparece a modo de gran homenaje … para acabar destrozado de nuevo apenas 2 minutos después.
Otro secuencia que nos retrotrae a la trilogía original es la pifia de los cartuchos de la escopeta recortada, los cuales fallan miserablemente al dispararlos y el detalle de la cajita de música que manipula una de las muchachas huidas y que es la misma que Max entrega al niño salvaje. Aunque, posiblemente, el gran guiño sea la inclusión del actor Hugh Keays-Byrne en el papel de Inmortan Joe, un actor que ya intervino en la primera película de Mad Max como Toecutter, el cabecilla de la banda de motoristas.
NIVEL TÉCNICO DE ALTURA
George Miller utiliza un recurso efectivo para mantener la atención del espectador, y es colocar la acción en el centro de la pantalla, y mover la cámara con esta premisa, de esta manera, no necesitamos desplazar, aunque sea ligeramente, la vista a los lados de la pantalla, pero ver surgir algo imprevisto, la secuencia nos entre directamente a los ojos, manteniéndonos en tensión, y esto es gracias a una impecable labor en la sala de montaje.
El empleo de la cámara subjetiva, colocada en el frontal de los vehículos o junto a las ruedas, nos dan ese plus frenético que es sello propio de la franquicia Mad Max.
Otro recurso utilizado en plena era del CGI, es el uso masivo en las secuencias de acción de dobles y efectos “mecánicos”, con vehículos de todo tipo saltando por los aires totalmente destrozados. Evidentemente, existe un componente CGI en varias planos para redondear la secuencia, pero el priorizar los efectos especiales a la antigua usanza, es otro detalle muy a destacar.
El ritmo durante toda la película es poderoso, haciendo que permanezcamos pegados al asiento, con escenas de persecución apabullantes y salvajes, mostrando a unos personajes con un desprecio total a su vida y a la ajena. En este sentido, puede que, con el cambio de los tiempos, la estética es algo diferente, más alejada de la extraña mezcla entre el glam y el punk de la anterior trilogía.
La fotografía es otro de los grandes aciertos de la película, usando colores muy contrastados y dotando de una gran uniformidad de tonos. Mención especial la escena nocturna con los reflejos de la luna en los demacrados y cansados rostros de los personajes.
PERSONAJES
Tom Hardy en el papel de Max Rockatansky realiza un dignísimo homenaje al Max de Mel Gibson. Nos volvemos a encontrar a un superviviente nato, parco en palabras cuyo primer impulso es salvarse él de la locura que impera a su alrededor, aunque acaba sucumbiendo ante un grupo que le necesita, pero más en un contexto de un igual que en el papel de héroe salvador de la primera trilogía, y aquí tiene mucha culpa el papelón de Charlize Theron como Imperator Furiosa.
Por mucho que la película se llame Mad Max, la protagonista es Furiosa, alguien que ha soportado una vida dura, como todos, pero que tiene la valentía de planear una huida, de escapar de la tiranía de los hombres, embarcando como polizontes a la esperanza de la raza humana centrada en un grupo de chicas jóvenes. Su brazo ortopédico aporta tanto vulnerabilidad como saber sobreponerse ante la adversidad.
Su huida es una viaje para romper las cadenas que le atan a un tirano y volver al hogar que recuerda de niña, un hogar fértil más allá de los grandes desiertos.
Por eso sentimos como propia las angustia ante la revelación de que ese paraíso perdido al que quería llegar ha desaparecido, contaminado por la inexorable radiación.
Se rebela ante la intrusión de Max, pero no necesita llevarlo a su terreno a base de palabras, simplemente actuando con valentía y astucia, haciendo que Max la vea como un compañero y alguien en quien confiar su vida.
Las chicas que huyen del harén también desarrollan bastante el papel según las situaciones que afrentan se van endureciendo. Pasan de unas asustadizas jóvenes a elementos activos del grupo cuando se trata de defender el camión y sacrificarse por el bien del resto.
También el personaje de Nux pasa una transformación desde el fanático seguidor del líder a alguien integrado en el grupo de perseguidos. La certidumbre de que el líder no le va a perdonar su inacción, acelera el proceso para esta conversión.
CRÍTICA
La película es en esencia una road movie (aunque las carreteras brillen por su ausencia), en el camión se establece un microcosmos con unos personajes enfrentados entre ellos al principio pero que deben trabajar hombro con hombro para huir. Aunque Max trata de imponerse a Furiosa, el desarrollo de la huida y los recursos que deben utilizar hacen que acaben como dos personas en igualdad de poder en la toma de decisiones.
Exceptuando la primera frase de Max al inicio de la película, su captura, escape y persecución y recaptura posterior en el interior de la ciudad del agua, estos primeros minutos nos muestran a una personaje perseguido como un animal por una jauría de depredadores, soltando gruñidos todo el ratos, con bozal incluido, denotando el carácter salvaje de Max.
Las visiones que tiene muestran también un remordimiento interior, una autoculpa que aflora de vez en cuando y que parece indicar que dejó a alguien abandonado a su suerte.
La película muestra el núcleo de un relato de fantasía típico, el viaje del héroe, un viaje de doble en este caso al acaparar tanto Max como Furiosa el protagonismo, un viaje de redención en el caso de Max para huir tanto de sus perseguidores como de los fantasmas que le atormentan, y un viaje para escapar de la tiranía y alcanzar un paraíso perdido por parte de furiosa.
Aun creando una cinta frenética, Mad Max, Fury Road se permite ciertas licencias y toques locos, desde el jefe del criadero de balan con una ristra por la cabeza a modo de juez togado inglés, pasando por el ritual de darse pintura en spray para alcanzar el Valhalla y concluyendo con el guitarrista infernal montado en un vehículo repleto de altavoces.
¿Convierten todos estos elementos a Mad Max, Fury Road en una cinta violenta?, evidentemente sí, pero es una violencia que podemos aceptar como “normal”. Max vive en un mundo violento y sin leyes, sus perseguidores no se andan con tonterías y él debe reaccionar del mismo modo que sus perseguidores. En ningún momento es violencia gratuita, las escenas están bien dosificadas y no engaña al espectador. Cuando vamos a verla sabemos que nos vamos a encontrar.
EPÍLOGO
En definitiva, una excelente combinación de historia de redención cercana a La Diligencia de John Ford (salvando las distancias), unos personajes perfectamente construidos e interpretados, un ritmo endiablado que no decae, incluso en las pocas escenas intimistas y de cierta pausa.
Mad Max, Fury Road fue una de las grandes películas de acción del momento, a bastante distancia de otras cintas más centradas en el CGI y obviando una de las grandes exigencias del espectador: Que nos sentemos en una butaca con la vista fija en la pantalla y que nos sintamos partícipes de la acción que vamos viendo gracias a una dirección magistral.
Lástima que la esperadísima continuación no vaya a ser posible por desavenencias entre el director y la productora. George Miller quería centrar la siguiente historia en Furiosa, sin duda material y mística había para ello, lástima habernos quedado con la miel en los labios.
