Willow. Fantasía, espada y brujería con toque nostálgico
Willow pertenece a una corta lista de películas de aventuras y fantasía de los años 80 que hay que ver con los ojos de esa época. Su visionado en la época actual y por primera vez, dejará lógicamente indiferente al espectador, por eso su mejor baza es la nostalgia y verlo desde ese punto de vista, muy alejada de los blockbusters actuales.
Después de la confirmación por parte de Disney+ sobre una serie basada en la película, no está de más darle una vuelta a esta película.
En retrospectiva, Willow tampoco es que fuera una película rompedora. Planteaba el clásico viaje del héroe y un montón de clichés tomados descaradamente de la imaginería de Tolkien. De hecho, el motivo que llevó a George Lucas a producir Willow fue la imposibilidad de adquirir los derechos para realizar El Hobbit. (Afortunadamente para nosotros, quiero añadir).
En los años 80 las películas de espada y brujería no eran un género precisamente seguido en masa. Las películas de esta temática estrenadas por entonces tenían un perfil más sombrío y adulto, nada adecuado para una cinta familiar como pretendía Lucas. De esta forma, películas como Conan el Bárbaro, Excalibur, Krull e incluso Lady Halcón, marcaban la pauta de lo que se quería narrar en un género que aún no había desarrollado todo su potencial debido, entre otras cosas, a la falta de medios tecnológicos que sí aparecieron unos años más tarde con las películas de Jackson sobre El Señor de los anillos.
SINOPSIS
La malvada reina bruja Bavmorda descubre una profecía que augura el nacimiento de una niña que la derrocará, por lo que secuestra a todas las embarazadas de su reino. Precisamente en las mazmorras, nacerá Elora Danan, una niña con la marca de la profecía y que su madre entregará a una criada para que la salve.
Siendo acosada por el ejército de la hechicera al mando de Sorsha, su propia hija, y el general Kael, la criada deja la cuna de la niña en un río para salvarla, siendo rescatada por unos niños de la tribu de los Nelwyns, unos enanos que viven plácidamente de la tierra ajenos a los conflictos humanos.
WILLOW TIENE UNA MISIÓN
Los niños que hallan a Elora son hijos de Willow, un amable granjero aficionado a trucos de prestidigitación y cuya mayor ambición es ser aceptado por el hechicero de la aldea para ser su discípulo, pero no consigue pasar la prueba por no tener confianza en sí mismo.
De todas formas, el hechicero, sabiendo de su buen corazón, le encarga la tarea de dejar a la niña humana con los de su especie, los Daikini, por lo que emprende un viaje acompañado por unos cuantos miembros más de la aldea.
Willow tiene orden de dejarlo con el primer humano que hallen y su viaje les lleva a descubrir a uno de ellos en una situación algo comprometida, en concreto se trata del guerrero y mercenario Madmardigan, que se encuentra encerrado en una jaula hasta morir por comportamientos poco éticos.
Siendo rastrero como es, acepta quedarse a Elora a cambio de su liberación, a lo que finalmente Willow accede con reticencias al no fiarse mucho del humano.
ACCIÓN Y AVENTURAS
Willow sigue a Madmardigan para descubrir que ha descuidado al bebe y que ha sido capturada por dos hombrecillos, iniciando una persecución que le lleva a liberarla y a conocer a la Reina del Bosque, la cual le indica que Elora le eligió a él, Willow, como su guardián y que debe encontrar a Fin Raziel, una hechicera, para que lleve a la niña a un castillo y que, bajo su protección, sea criada para que la profecía que augura la caída de Bavmorda tenga efecto.
La búsqueda de Raziel lleva a Willow hasta un lago donde descubre que la hechicera sufre un encantamiento del que consigue liberarla.
La persecución por parte de Sorsha y Kael tiene éxito y capturan al grupo. Madmardigan, gracias a un encantamiento, consigue enamorar y enamorarse de Sorsha, creando dudas en la muchacha y escapando al final.
ASEDIOS EN CASTILLOS
El grupo llega finalmente al castillo donde lo encuentra invadido por trolls y sus habitantes masacrados. Deciden hacerse fuertes ante el ataque del ejército de Bavmorda con la ayuda de un general, antiguo amigo de Madmardigan. En paralelo, Raziel le ha ido enseñando magia a Willow usando su varita de sauce y empezando a tener éxito.
La defensa del castillo tiene éxito pero Sorsha se cambia de bando y Kael consigue, en el último momento, hacerse con Elora y huir hasta el castillo de Bavmorda para sacrificar a la niña y romper la profecía.
Mientras Madmardigan y el reducido ejército se enfrentan a las huestes de Kael y Bavmorda, Willow y Raziel se introducen hasta la cámara donde la hechicera va a realizar el ritual. Willow usa sus dotes de prestidigitación para hacer desaparecer a la niña, y la hechicera cae víctima de su propio ritual, yendo a parar al inframundo.
Finalmente, Madmardigan y Sorsha quedan a cargo del castillo y adoptan a Elora, permitiendo que se cumpla la profecía con la niña.
Willow regresa a la aldea convertido en un héroe y en un hechicero de gran nivel gracias a la ayuda de Raziel, reencontrándose con su familia y volviendo a la vida plácida de antaño.
CLICHÉS DE GÉNERO
Indudablemente, Willow está lleno de clichés y cualquier aficionado a la fantasía ha visto y leído muchas veces. Willow es una fantasía de espada y brujería, pero con un tono netamente familiar. Los buenos son claramente buenos, los malvados están bien identificados, y quien está en un cierto limbo, acaba pasando al bien como ocurre con Madmardigan y Sorsha.
Los Nelwyns son claramente una copia de los hobbits de Tolkien, unos enanos de buen corazón que tienen una vida tranquila dedicada a la agricultura y la ganadería. Willow es el paradigma total de su raza y, lógicamente, en su grupo no podría faltar el gruñón que pone pegas a todo durante el viaje y los amigos de confianza del propio Willow. Incluso el hechicero de la aldea recuerda mucho al propio Gandalf.
En el apartado humano, tenemos a Madmardigan como el guerrero pagado de sí mismo, tramposo y mujeriego que enfrentado a una situación límite, es capaz de cambiar, dejarse de personalismos, y sacrificarse si hace falta. Aquí Lucas lo tuvo fácil al trasladar al mismísimo Han Solo a esta historia.
A partir de este punto, las etapas de Willow son las vistas y leídas mil veces: una profecía destinada a destruir el mal, una niña a proteger, su viaje para localizar una hechicera alineada con el bien que les ofrezca la ayuda mágica que compensa la de la malvada hechicera, situaciones desesperadas con salvamento en el último momento, etc.
CRÍTICA
Como decía anteriormente, Willow hay que verla con los ojos de la época. Una época donde los efectos visuales estaban en pañales aunque ILM hace un gran trabajo en un par de transformaciones y con el monstruo de dos cabezas, pero que, evidentemente, esos efectos han envejecido mal.
Aún así, la historia de George Lucas y Ron Howard deja momentos de acción trepidantes y localizaciones de escenario más que aceptables para la época (De hecho, algunas escenas se filmaron en Nueva Zelanda, donde Jackson rodará el señor de los Anillos).
Willow tiene las dosis justas de ternura con el pueblo Nelwyn, las escenas de acción y persecución, unos personajes cogidos del imaginario de la fantasía clásica y una historia, en definitiva que aunque sabemos exactamente por donde vas a transcurrir, no deja de fascinar y tenernos entretenidos durante su visionado, cumpliendo ampliamente su cometido. Al tratarse de una película familiar, no va hacer excesivo hincapié en la crudeza de otras películas del género ya comentadas.
Esto la lleva a situaciones fuera de lugar como el cortejo de Madmardigana a Sorsha bajo un hechizo que, no sé si por culpa de la mala actuación de Val Kilmer o la propia situación, algo hay de las dos causas, llega a ser un pelín patético. Otro detalle poco aprovechado son las escenas de espada, cortas y resueltas con rapidez. Teniendo en cuenta el bagaje de Lucas con la trilogía de Star Wars y la coreografía con espadas de luz, se podría haber hecho un mejor trabajo en este sentido.
Por lo demás, Willow es una película muy disfrutable. No pasará al olimpo de las películas del género pero siempre es agradable un revisionado cada cierto tiempo para recordar una época del cine donde se disfrutaba de acción y aventuras sin tanta pantalla verde.