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Por no mencionar al perro, Connie Willis

Por no mencionar al perro, de Connie Willis, es una novela donde los elementos de CF no son el principal motor, si no que da una especie de cobertura a unas tramas frescas, humorísticas y de ágil lectura.

De Connie Willis había leído previamente la magnífica El día del juicio final. Esta novela comparte universo temporal, por así decirlo, con una trama de viajes en el tiempo a cargo de la cátedra de historia de la universidad de Oxford en el 2057.

Si El día del juicio final, se centraba en viajar a la época de la Peste negra y crear una novela desasosegante, deprimente y muy reflexiva, en Por no mencionar al perro, Connie Willis sigue con los viajes en el tiempo, pero ofrece una novela más luminosa, más amable y con unos toques de comedia y costumbrismo que la convierten en una lectura amena.

Por no mencionar al perro tiene ya sus buenos 20 años, pero su atemporalidad  es magnífica e incluso al contraponerla a series de TV de época vistas con un prisma diferente.

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REFERENCIAS PREVIAS

Connie Willis toma como referencia un relato de Jerome K. Jerome, novelista inglés de finales del siglo XIX. En concreto, su obra más famosa: Tres hombres en una barca (por no mencionar al perro). Se trata de una novela sobre el viaje en bote de 3 amigos, (y un perro) por el Támesis hasta Oxford. La historia, en clave de comedia, se centra en las anécdotas, encuentros y lugares que visitan durante todo el recorrido por la campiña inglesa.

Como homenaje, Willis centra la acción en la misma época y lugar. De hecho, incluso, durante un pasaje, el bote con los 3 protagonistas (y el perro), tendrán su minuto de gloria.

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VIAJES EN EL TIEMPO Y CAPRICHOSO ENCARGO

Volviendo al tema de la excusa CF para desarrollar la historia, tenemos viajes en el tiempo. En este caso, la institución que se encarga de estos viajes tiene una petición del ámbito privado. Debe localizar una escultura o elemento arquitectónico (nadie parece tener una respuesta), llamada el tocón del pájaro del obispo. La última vez que se vió se encontraba en la catedral de Coventry el día de 1940 que la Luftwaffe alemana bombardeó la ciudad, arrasando la catedral y casi toda la ciudad. El problema es que se ha viajado ya a ese día y no se encontraba en su interior.

¿Por qué hay que encontrar el dichoso tocón? Porque la caprichosa multimillonaria que paga el trabajo, Lady Schrappnell, es descendiente de una jovencita victoriana llamada Tossie Mering, la cual escribió en su diario, que su vida cambió cuando vió el tocón en una visita familiar a la catedral. Ahora que ha pagado la reconstrucción ¿Qué mejor homenaje que depositar la dichosa escultura o lo que sea?

Así pues, nuestra caprichosa millonaria tiene a todo el departamento viajando a distintas épocas para encontrar al dichoso artefacto sin importarle el tema de las paradojas que se puedan generar. Ned Henry es el mejor investigador y no sabe cómo deshacerse de la presión de Lady Schrappnell, por lo que su jefe lo manda de merecidas vacaciones a la campiña inglesa de finales del siglo XIX.

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AVENTURAS EN LA ERA VICTORIANA

El salto no se produce en el lugar correcto y a partir de ahí, Ned va a vivir una odisea hasta entrar en el entorno de los famosa Tossie y su noble y acaudalada familia en su mansión victoriana.

En la mansión también se encuentra una colega de Ned, Verity haciéndose pasar por una familiar y tratando de seguir los pasos que se dio en las fechas de la famosa visita a Coventry. Varity también ha creado una curiosa paradoja temporal y Ned debe solucionarla de paso.

Si hasta este momento la novela tenía un fino regusto humorístico, con el cambio de escenario y época, Willis consigue dotarla de un tono de comedia y costumbrismo muy de agradecer.

Vamos a ver retratados, hasta la exageración y lo absurdo, todos los tropos de una historia de situación en la Inglaterra victoriana. El cabeza de la familia Mering, coronel retirado más preocupado de sus hobbies que de lo que le rodea. La irritante madre haciendo de casamentera de Tossie y vigilando a Varity.

Tossie, caprichosa, voluble, inocente, con la cabeza llena de pájaros y siendo incapaz de un mínimo de cultura general, es capaz de sacar de sus casillas a Varity y Ned. También un estudiante; Terence, convertido en el pretendiente tenaz pero no deseado por la vigilante madre, y el profesor Peddick, tienen su estrambótico papel.

Si olvidar, como no, a Baine, el perfecto, eficaz, sobrio y formal mayordomo capaz de solucionar cualquier problema con toda la flema necesaria y que siempre se encuentra en el sitio y momento preciso.

Mención aparte, Cyril, el bulldog de Terence y Princesa Arjumand, la gata de Tossie.

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DESENREDANDO PARADOJAS TEMPORALES

Willis consigue con gran habilidad, presentar una serie de paradojas ocasionadas por la interacción de Ned y Varity con los habitantes de la mansión y sus acompañantes.

Es gracioso ver como para tratar de solucionar una desviación del continuo espacio-tiempo, crean un problema mayor que les obliga a improvisar una solcuón que no enrede más la madeja.

Tampoco es que el comportamiento de los habitantes de Muchings End ayude. Las continuas interacciones y problemas que ocasionas a Ned y Varity, son el alma de la novela.

La afición al espiritismo de la madre de Tossie y su hipocondría, son una de las tablas de salvación de ambos viajeros del tiempo para encauzar las diferentes corrientes temporales.

RETRATANDO UNA EPOCA (BY CONNIE WILLIS)

El retrato que hace Willis de la época victoriana está lleno de clichés, pero es capaz de llevar el nivel del absurdo cualquier punto que toca. Un punto muy de agradecer.

 Vamos a ver los convencionalismos de la época, donde los hombres se ocupaban de sus aficiones dejando el manejo de la casa a sus esposas. Estas solo viven para casar bien a sus hijas, robarse entre ellas a la servidumbre (de las cual no saben ni les importa los nombres).

Las hijas sólo deben preocuparse convertirse en un florero andante, tener conversaciones vacuas, y por supuesto, el amor y el sexo son tabú incluso cuando compete a su gata.

Es imposible no leer la novela de Willis y desear estar en esa época y lugar. Los plácidos paseos por el rio, las intrascendentes fiestas, paseos por los parques, etc. Pero también acomodarse a unas normas impuestas y comportamientos que se supone que se deben respetar.

En este aspecto, Varity está más integrada en su papel que Ned, el cual está especializado en historia del siglo XX. Varity es una joven del mediados del siglo XXI y debe adecuar se comportamiento y temperamento a una época donde la mujer lo tenía todo restringido.

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UN PUNTO Y APARTE HISTÓRICO

El tema del bombardeo de Coventry en la SGM siempre ha planteado mucha literatura. Al parecer, los ingleses habían desentrañado para entonces (1940), el cifrado alemán y estaban prevenidos del ataque.

Evacuar Coventry podría suponer que los alemanes sabrían del hackeo de su sistema. No hacerlo era una carga moral para los ingleses ya que significaba que la gente que iba a morir podría haber sido salvada.

Utilizando este trasfondo, Willis deja en el aire la posibilidad de cambiar la historia y si eso es; factible por un lado según la física, o éticamente adecuado. Pero, también ofrece un atractivo camino intermedio para explorar.

Es muy loable como Willis consigue imbricar todos los hilos que parecen sueltos y desmadejados, y juntarlos en tapiz coherente con un par de sorpresas finales muy buenas.

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CRÍTICA FINAL

Por no mencionar al perro, de Connie Willis es una lectura muy recomendable. Dotada de un sentido del humor, a veces fino, a veces absurdo y disparatado. El retrato de la Inglaterra victoriana está llevado a su máxima expresión, siendo una versión humorística y exagerada de las series de TV Downton Abbey o Los Bridgerton. Pero esa exageración no resta profundidad a la historia.

Sus tramas están perfectamente hilvanadas, incluso cuando hablamos de una historia centrada en viajes en el tiempo y paradojas sobre paradojas que se van sucediendo al interactuar los personajes entre ellos y entorno. Incluso la aparición de Ned y Varity, dos viajes temporales, desencadena ramificaciones divertidas y curiosas de la historia.

La velocidad y agilidad del relato es frenético en muchas ocasiones. Desde el Oxford de 2057 y los intentos de Ned para evitar a Lady Schrappnell a las primeras horas de Ned en 1888 y sus continuas equivocaciones hasta centrarse. También su viaje en barca es una traslación del relato de Jerome en cuanto al destino y ocupantes del bote.

El vertiginoso ritmo que coge la novela al llegar a Muchings End y nos enfrentamos a sus pintorescos habitantes y sus peculiares costumbres, es uno de sus grandes aciertos.

También los viajes temporales a menor escala de Ned y Varity para enmendar las paradojas que se van creando, data al relato de una agilidad y acción pocas veces vistas.

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En definitiva, si te gustas las novelas de viajes en el tiempo con sus paradojas temporales más a menos resultas. Si buscas también un trasfondo humorístico con personajes y situaciones vistas desde otra perspectiva, Por no mencionar al perro, de Connie Willis es una elección perfecta.

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